En oratoria, la preparación lo es todo
Es una verdad mundialmente conocida que todas las personas nos bloqueamos en algún momento de nuestras vidas intentando construir la casa por el tejado. Y eso nunca sale bien. En oratoria tampoco. Cuando se trata de preparar una exposición importante ante un público experto, un cliente potencial o un comité de dirección, jamás puedes permitirte subestimar la importancia de dedicar el tiempo necesario a preparar lo que vas a decir y para quién lo vas a decir. Después ya vendrá el cómo decirlo, pero lo primero y fundamental es que no escatimes ni un minuto en asegurar que te has preparado lo suficiente. Porque sin lugar a dudas, una buena preparación anticipa una gran presentación.
¿Qué elementos deben formar parte sí o sí de tu labor de preparación como orador?
1. Estudia a tu audiencia. Dice el refrán que para gustos, colores. En oratoria, para gustos, oradores. Es decir, investiga concienzudamente a quién te vas a dirigir, qué tipo de público es, cuánto conocimiento tiene de la materia y, sobre todo, qué espera de ti. No es lo mismo un público experto en el tema del que vas a hablar, que lo que busca es que abras nuevas vías de reflexión, que uno inexperto que te va a escuchar por primera vez y que necesitará que empieces por las bases y te expreses de manera que pueda entenderte. En el caso de que no puedas saber el nivel de conocimiento de tu audiencia, entonces equilibra tu presentación. Combina conceptos básicos con apuntes novedosos y trata de identificar en las expresiones de tu público si son capaces de seguirte o si necesitan que clarifiques tus ideas. No tengas miedo en preguntar e improvisar tu discurso si hace falta. El 99% del éxito de una presentación en público depende de lograr ponerte en el lugar de tu audiencia y orientar tu discurso a sus necesidades. Todo lo demás contribuye al éxito, pero no lo determina.
2. Elige tres mensajes clave que resuman toda tu ponencia. Por regla general, al término de una formación o de una clase académica, solo somos capaces de asimilar y recordar en torno a tres ideas que nos han parecido muy relevantes. Nuestra mente no es capaz de quedarse con todo el aluvión de detalles adicionales a los que se ha visto sometida. Por ese motivo, en tu labor de preparación tienes que definir muy claramente los tres mensajes que son el eje principal de tu ponencia. Tres mensajes que construirás con una buena argumentación y que repetirás varias veces y enfatizarás a lo largo de tu presentación para que tu audiencia los recuerde sin lugar a dudas.
3. La utilidad justifica los medios. Tu presentación no debe ser ni la más bonita, ni la más espectacular. Tu presentación debe ser LA MÁS ÚTIL posible para la audiencia a la que te diriges. Es decir, todos los elementos accesorios, ya sean visuales, audiovisuales o físicos, deben ser usados si ayudan a clarificar tus mensajes, a hacer más comprensible las explicaciones que tu público necesita y contribuyen también a que tú como orador ejecutes mejor tu ponencia. ¿Quién no se ha bloqueado alguna vez con el diseño intentando crear una gran presentación de Power Point para impresionar a su audiencia? Y, sin embargo, en muchas ocasiones el Power Point, o cualquier otro programa de presentaciones, es un complemento prescindible, porque el verdadero valor de una presentación está en el orador, en su capacidad de conectar con la audiencia, en identificar las técnicas para hacer que su mensaje sea exactamente el que sus oyentes quieren oír, incluso cuando no eran conscientes de ello.
En este post hay una palabra que se repite sin cesar: AUDIENCIA. Y es que sin ella, no habría presentación, no habría necesidad de prepararte para hablar bien en público. Por ese motivo, prioriza a tu audiencia y luego vendrá todo lo demás. bloq